—Marcelo, temo que te dejarán viudo de hermano— se quejó Vanessa —el lado bueno es que por fin lo veo hacer ejercicio— sonrió y ladeó la cabeza.
Los tres llegaron a casa unos minutos después que Paolo, el cual se había encerrado en una de las habitaciones. —No parece que vaya a salir hoy— susurró Danna con una sonrisa —es un alivio que no sea yo la que esté corriendo ahora, ¡Gracias Pao! — le gritó al ganso lanzando un beso.
—No preguntar&eac