—¡Regresa la mirada al camino! — exigió Vanessa aferrándose al cinturón de seguridad. «Tanto tiempo había pasado y Paolo no ha aprendido a conducir» pensaba la menor, aunque al chico le hacía gracia escuchar los pequeños chillidos de Vanessa, sabía que si no se detenía ahora no llegaría entero a la cena.
—Lo siento— susurró conteniendo la risa —solo quiero llegar pronto, pero tampoco puedo despegar mis ojos de ti— confesó regresando a la seriedad que el momento requería. Vanessa no sabía cómo responder, sus mejillas se habían sonrojado y le avergonzaba elevar la mirada para encontrarse con la de Paolo. —¿Vanessa? — levantó el rostro de la menor con su pulgar, al ver la situación en la que ella se encontraba una pequeña sonrisa se escapó de sus labios —muy lin