24.
MEGAN
Jamás pensé que hablar con el abuelo daría resultados, pero cuando veo a mi esposo entrar en nuestro cuarto con una mirada baja, comienzo a creer en los milagros de ese señor.
Jude no dice nada, solo camina por el cuarto hasta que se detiene frente a mí, observándome con una expresión que no logro descifrar en estos momentos.
—¿Podemos hablar?—pregunta en voz baja.
Me pongo de pie, asintiendo.
—Si, ¿qué pasó?
—Bueno... he estado pensando en que es momento de que retomemos nuestra relación donde la dejamos, ¿cierto? Estamos por tener un bebé y quisiera que viniera en una familia bien formada y...
Sacudo la cabeza, mirándolo a los ojos, buscando alguna verdad en estas palabras robotizadas que salen de su boca como un discurso ensayado.
—¿A qué viene esto?
Se encoge de hombros.
—A nada, es solo que llevas un tiempo viviendo aquí y creo que es momento de hacerlo público, que regresamos, que vamos a tener un bebé y toda la cosa.
—¿Toda la cosa?
Él, frustrado, s