02.

JUDE

Cumplir mi promesa de buscar a esa mujer se ha convertido en una maldita carga.

Veo a mi abuelo subir a su coche con dirección a la empresa teniendo en la punta de mi lengua las palabras que no quiere oír, pero tengo que hablar con alguien por lo que, antes de que mi padre se marche, le llamo.

Ante su mirada siempre he sido un mimado de porquería. Papá siempre tuvo la peor parte de las mierdas que hice ya que mi abuelo siempre lo hizo responsable por mis acciones, lo que ha llevado nuestra relación a cierto punto de tensión, por eso comprendo por qué parece odiarme cada que sus ojos se posan en los míos.

—Papá, quería hablar contigo sobre algo.

Altivo, me pide que continúe.

—Di lo que tengas que decir.

—Esa mujer... no ha firmado los papeles aún.

Su mirada se oscurece con solo comprender de quién estoy hablando y es comprensible. Le hizo tanto daño a nuestra familia que su nombre se ha vuelto una maldición para nosotros.

—Te quieres casar en menos de dos meses y todavía no tienes su firma. ¿En qué m****a estás pensando?

—No la puedo encontrar—me excuso—. Se fue del apartamento donde vivía, es difícil localizarla y...

—¡Me vuelves loco! ¿De verdad esperas que te ayude a encontrar a esa mujerzuela?

Inhalo profundo, intentando tener un poco de control de mis palabras.

—Solo quiero que, si el abuelo te pregunta, le digas que tengo todo bajo control, ¿de acuerdo?

—¿Me pides descaradamente que le mienta a tu abuelo?

—Te pido encarecidamente que ayudes a tu hijo.

Rueda los ojos, sacudiendo su cabeza.

—¿No te parece que te he ayudado lo suficiente? ¿Y qué he ganado con eso? Humillación, solo eso. Humillación y problemas, porque es lo único que esa mujer puede traer a nuestras vidas.

—Lo sé, papá, créeme y haré lo posible para encontrarla cuanto antes porque no hay nadie más interesado que yo mismo para sacar a esa mujer cuanto antes de nuestras vidas.

Da un paso al frente, dejando su dedo en mi pecho, empujándome.

—Espero que así sea, porque si me entero que...

—No volverá a pasar, papá. Te lo prometo. Nunca más me pondré en contra de mi familia por una mujer.

Él respira profundo, retrocediendo.

—Espero que así sea.

—¿Eso significa que me ayudarás?

—Significa que cobraré un par de favores. Te enviaré la dirección cuando la tenga.

Sin decir otra cosa mi padre se sube a su coche y aunque podría mostrarme emocionado o darle las gracias por ayudarme, ciertamente no quiero ni tengo por qué hacerlo.

A fin de cuentas es un bien general el conseguir esa firma ya que de esa forma al menos, estaría seguro de mantener a esa mujer lejos de nuestras vidas, donde siempre debió estar.

Confiando en que hará lo posible regreso a la mansión donde subo a mi cuarto. Por el momento vivo solo. La única vez que compartí habitación fue con esa mujer y al momento en que se fue agradecí por los tiempos a solas que tengo en este cuarto.

Si bien se van a terminar ahora que vuelva a casarme, no es lo mismo compartir habitación con el mismo demonio que compartirlo con Isabella. Sé que ella hará lo impensado por hacerme feliz. Esa mujer en cambio...

Frustrado de tener que volver a pensar en ella cuando acordamos entre todos que haríamos de cuenta que no forma parte de los Harrigan, me siento frente a la computadora tecleando su nombre para ver si encuentro alguna información respecto a su paradero.

Desde el momento en que nos separamos fue activa en redes sociales, sin embargo ahora parece tener todas las redes cerradas ya que en Internet es como si ella no existiera en absoluto.

Ninguno de los pocos amigos que se hizo estando conmigo, y a quienes seguía frecuentando cuando nos separamos, la posteó en muchos meses lo que me lleva a preguntarme dónde demonios puede estar. De inmediato recuerdo a su mejor amiga, Farrah.

Ingreso a su cuenta con la esperanza de ver que posteó algo con ella, sin embargo se convierte en una más de la lista que parece haberla borrado por completo de su vida, y aunque me alegra que se separaran, no puedo evitar preguntarme qué m****a pasó en todo este tiempo que desapareció de la faz de la Tierra.

Es como si la hubieran tragado porque no hay rastro alguno. La última noticia que algún medio publicó con su nombre fue cuando se supo que estoy próximo a comprometerme de nuevo, pero de ahí en más no hay absolutamente nada y eso me desconcierta.

El hecho de que desapareciera no me importa en lo absoluto, solo me molesta el tener que tomarme tanto trabajo para finalmente encontrarla todo por una firma que se supone iba a darme apenas yo la pidiera. Eso fue lo que me dijo la última vez que nos vimos, que apenas yo quisiera divorciarme ella me daría la firma que nos alejaría para siempre.

Supongo que esta es otra de las promesas que no pudo cumplir. O mejor dicho, que no quiso.

Respiro profundo al notar que se me fueron las horas pensando en esa chica. Con varios mensajes de Isabella y también de mi padre, entro a ver los de mi padre primero donde solo me da una dirección en todos los mensajes que me envió.

Como dije, no tenemos buena comunicación por lo que simplemente decido no responderle y ponerme en pie para salir del cuarto. Bajo las escaleras apresurado hacia el garaje donde tomo las llaves de mi coche, abandonando la propiedad familiar con uno de los guardias siguiéndome de lejos.

Siempre fue así. Salir con guardias, vivir con precaución y no porque alguien nos pudiera hacer daño sino simplemente porque tenemos tanto dinero que nunca faltan los desesperados que serían capaces de hacer cualquier cosa con tal de tener una vida fácil. Por suerte, nunca nos pasó nada, pero como dicen por ahí es mejor prevenir que lamentar. Además de ser una regla de mi abuelo para cada persona que entra en nuestra familia.

A ella jamás le gustó la idea. Creía que la seguían porque no confiaba en lo que hacía fuera e incluso llegó a decirme que encerrarla sería mejor. Cuando lo hice, claramente no fue la mejor opción.

Sacudo la cabeza quitando de mi mente los pensamientos que me llevan de regreso a esa época que prefiero dejar en el pasado. No hay nada bueno por recordar, solo un montón de cosas que se podrían haber evitado de haberla dejado ir cuando quiso hacerlo la primera vez.

Demonios.

El GPS de mi coche me indica que estamos a nada de llegar a destino. Es un poco alejado del centro de la ciudad, más bien es como el inicio de un pueblo a las afueras donde parecen haberse quedado atorados en el tiempo lo que es extraño considerando que solo viven a unas horas de distancia.

Le envío un mensaje a Isabella aclarando que no podré ir a cenar con su familia ya que no llegaré a tiempo mientras maldigo a esta chica por hacerme venir hasta aquí solo para pedir su puta firma.

Según el aparato, estoy en el centro de dicho pueblo donde apenas puedo divisar que se trata de uno. Pocas tiendas, pocos habitantes, incluso poca variedad de todo pues solo crucé dos puestos de comida en todo el trayecto lo que de verdad me deja pensando en por qué alguien decidiría venir a vivir aquí justamente.

Oyendo el pitido que me indica que estoy cerca levanto la vista. Estaciono el coche donde me indica el punto observando a mi alrededor un local de comida y a un lado un local de ropa sin saber exactamente por qué estoy aquí cuando la veo.

El color caramelo de su cabello es difícil de ignorar si entre las pocas personas que hay dentro ella es la que más resalta. Está de espaldas, pero incluso así sé que se trata de ella porque la conozco a la perfección.

Mis ojos se clavan en los suyos e intento ignorar lo que siente mi estúpido corazón acelerado, quizás de rabia o quizás de algo más que me niego a decir en voz alta incluso en mis pensamientos, sin embargo en cuestión de segundos me quedo en shock por lo que veo.

La mujer que se supone tiene que divorciarse de mí ahora mismo se pone de pie con cierto cuidado y elegancia de siempre, aunque con algo adicional.

Un abultado vientre.

Mi esposa está embarazada y... obviamente no de mí.

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