Rebekah
Thiago me mira con lascivia y sin dejarme decir ninguna palabra, asalta mi boca con pasión y desenfreno. Sus húmedos besos bajan por mi cuello y luego por mi clavícula. Suben de nuevo hasta la parte trasera de mi oreja y mordisquea el lóbulo arrancándome un gemido. Enrosco mis brazos en su cuello y el aprovecha para levantarme e instintivamente enredo mis piernas en su cadera. Separa su boca de mi mandíbula para hablar.
—Un lugar donde no hayas estado con esa mujer.
—Segunda puerta a la izquierda —digo entre susurros y parece que logra escucharme. Es la habitación de invitados.
Beso su quijada mientras él camina hasta donde le indiqué. Me deja en el suelo y me contempla, un destello de deseo y lujuria se instala en sus ojos y sé que he ganado.
—Eres preciosa mi Rebekah. — ¡ay padre! Mi, dijo mí. Me sonrojo y él me sonríe con cariño.
Besa mis labios y baja por mi cuello para llegar al valle de mis pechos. Siento sus manos buscar el broche en mi espalda y se me erizan los vellos