Capítulo 1

Leyna

Cuando por fin llegamos al grado de la sensatez, nos damos cuenta como hemos dejado atrás partes de nosotros mismo por el camino, las esperanzas se desvanecen, la ilusión se esfuma de un solo soplo. Muchos pueden comprenderme, entender lo que sentí por alguien que probablemente nunca me mire de la misma manera que lo hacía yo.

Algunos lo llaman amor platónico.

Otros lo conocen como una obsesión.

Amor no correspondido también le suelen llamar.

Pero yo lo llamo desgracia.

—No tengo ojos para nadie más, así que dile a ese chico que estoy fuera de mercado. — Con el corazón estremecido contesté a mi amiga. Desde hace dos semanas el primo de su novio no deja de mandarme mensajes tanto por vía wasap como por Amelia. Y claro está, ella insiste en que me olvide del único que me importa de verdad. Mario Molina.

—Deja de decir que estás fuera de mercado porque no eres una verdura... Únicamente estás enamorada de un hombre catorce años mayor que tú.

—Sé que Mario no lo es todo, pero en este momento solo lo necesito a él.

—Ese hombre es demasiado mayor para ti y tú eres demasiada niña para él.

Cada sonrisa que me regaló las sigo recordando cada noche. Su voz es lo único que deseo oír. Él se convirtió y ocupó un lugar que os juro, que no le pertenecía, pero qué tuvo que pasar y pasó. Ojalá pudiera decir que lo que sentí por él fue amor a primera vista, pero no fue así. Lo que siento fue cocinándose a fuego lento. Paso de ser el amigo de mi hermano a ser el chico de la sonrisa perfecta, después el de la mirada intensa y provocativa, continuó por ser el hombre que roza mi piel con su delicioso aroma, avanzó un escalón más y empezó a aparecer en mis sueños, y así sucesivamente hasta convertirse en lo que es ahora, un amor imposible, un amor prohibido.

—Muchos pensarán que es una locura y no dudo de eso, es una locura, pero mía, solo me pertenece a mí y por eso solo te lo conté a ti. Mientras mi amor siga mudo no estoy lastimando a nadie.

—Te estás lastimando a ti. Eso es incluso peor, amiga.

No soy de bajar la mirada ni mucho menos llorar, pero había momentos que necesitaba hacerlo.

—Leyna—dice mi nombre—, dentro de cinco meses cumples dieciocho años, y jamás has estado o dejado que un chico de nuestra edad se te acerque a ti— me observa compadeciéndose de mí—. Tú solo serás para él, la hermana pequeña de su mejor amigo— concluyó y eso me destrozó por dentro, odiaba recordarlo, y más odiaba como Amelia lo hacía presente.

—No me machaques— continué mi camino hacia la salida del edificio.

—Solo intento ayudarte a ver más allá de ese hombre de treinta y un años. Mario está viviendo su vida y seguro que sale con mujeres, cosa que es lo más normal del mundo, pero tú te estás dejando llevar por lo que tal vez jamás suceda.

Diviso la figura de Volker. Mi hermano.

—Cambia de tema—añadí mediante una sonrisa forzada, ya que mi hermano no me dejaba de mirar mientras me acerco a él.

—Hola, chicas— nos saluda y cierto es que hoy no esperaba que viniese a recogerme. Apoyado sobre su Mercedes blanco y su impecable traje que lo hace ver más importante de lo que es, bueno miento. Volker es abogado de la compañía de Mario.

—Pensé que no vendrías hoy.

—Terminé pronto y decidí pasar a recogerte para ir a comer fuera.

Asentí y después me despedí de Amelia. Ella se iba con su novio.

Mi hermano es la única familia que me queda a excepción de nuestra tía. Después de perder a nuestros padres en un accidente automovilístico, Volker cumplió su papel de hermano mayor y protector.

—¿Está rica la carne? — preguntó mientras degustaba aquel plato caliente de carne y zanahorias caramelizadas.

Asentí metiéndome otro bocado—. Pasado mañana viajaré a España. Te quedarás con Mario.

El bocado que me llevé dos segundos antes de que me soltara tal información se estanca en mi garganta impidiéndome respirar.

Empiezo a toser.

—Toma, bebe agua— me acerca la copa.

—¡Estoy bien! — intento calmarme.

Vuelvo a respirar con normalidad y me pellizco la mano bajo la mesa.

—Si no quieres estar con él los días que estaré en la otra punta del mundo, puedo contratar los servicios de alguna chica.

—¿Una niñera? ¿En serio, Volker? — frunzo el ceño molesta—. Sigues pensando que soy una niña cuando no es así.

—Perdón la tardanza, la reunión se alargó—esa voz, la voz, joder su voz, llegó a mis oídos y detuve la discusión que estaba teniendo con Volker—. Los Connor son muy cansinos— le dice a mi hermano mientras se deshace de su elegante abrigo y su esencia llega mis fosas nasales—. Hola, Leyna— clava sus ojos en mí y su fija mirada junto a los miles de mariposas revolotear en mi vientre me hace vibrar por dentro.

No sabía que se iba a reunir con nosotros para comer.

—Ah, entiendo. No te preocupes, le estaba diciendo a mi hermana lo del viaje.

Mario toma asiento y el camarero se acerca para tomar nota de su comida.

—Y yo le estaba diciendo que no soy una niña. Que deje de tratarme como si tuviera diez años— miré al protector de mi hermano.

—Siempre serás la princesa de tu hermano— es que no había otra manera de que él dejara de mirarme de esa manera que tanto me provoca. Si él supiera que su forma de observarme me dolía el alma, estoy segura de que buscaría la manera de aliviar mi dolor.

—¿Y bien? — Volker aclara la garganta para romper nuestras miradas.

—Ey, princesita, mi casa es tu casa— una atmósfera cálida se formó a mi alrededor y parecía que solo existía él.

Si durante todo este tiempo he estado muriéndome lentamente por todo lo que siento y a distancia, no sé qué pasará estos días que pase en su casa y verlo a diario. No sé cómo seguiré respirando después de estar viviendo en el mismo lugar.

¿Se lo diré al fin? ¿Aprovecharé cuando mi hermano no este para contarle todo lo que llevo ocultando durante dos años?

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