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Ni puso el grito en el cielo, ni echó las manos a la cabeza. Tampoco puso los ojos en blanco ni rompió a llorar desquiciada. Léndula se limitó a abrazarlos.

De repente, pareció recuperar todas las fuerzas y Yuma no pudo evitar pensar en cuando Ízel y Azca habían sido atacados por la víbora y Léndula parecía haber despertado de un largo letargo y se había puesto las pilas para afrontar la situación.

Tal vez tan solo la estuviera superando aquella situación y hubiese decidido dejarse llevar. Tal vez, más adelante, se daría cuenta de lo que aquello significaba y se derrumbaría. Pero por el momento actuaba con total serenidad y aquello facilitaba la situación.

Volvieron a reunirse todos, la situación era urgente y el tiempo se les echaba encima. Sasa estaba especialmente sensible y Azca, que notaba el nerviosismo de su madre, no paraba de llo

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