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Manuel estaba muy emocionado, pero no quería desvelar nada de su plan. Decidieron confiar en Pablo y le soltaron. El muchacho se puso en pie y estiró las piernas, después se fue al baño. Manuel aprovechó para hablarles a Cala y a Yuma.

—Necesito hacer unas llamadas y tengo que acercarme a las oficinas en la ciudad ¿Estaréis bien?

Ellos asintieron. Estaban expectantes, confiaban en Manuel, depositaban en él sus esperanzas y este lo sabía.

—No creo que me lleve demasiado tiempo, esta misma tarde estaré de vuelta. Tenéis comida en la nevera y hay café hecho —dijo, mirando a Cala—. No perdáis de vista al muchacho, ¿de acuerdo? Si no sabéis hacer funcionar algo y lo necesitáis, seguramente, Pablo os podrá ayudar.

Ellos volvieron a asentir. Pablo regresó del baño y vio que Manuel estaba preparándose

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