Sonrío ante los gestos de Sebastián quien se encuentra en la barra mientras me ve hablar por teléfono, definitivamente mi amigo es un alcahueta de Thomas y ante ese hecho, suspiro cuando este responde en un susurro:
— Es tú día. Mereces ser feliz... Aunque, me encantaría formar parte de esa felicidad.
Cierro los ojos y dentro de mí todo se colapsa.
Si supieras que eres la razón por la que ahora soy tan feliz, Thomas...
Tú eres ese algo, que tanto me a hecho falta este día tan especial. Tú y nadie más que tú.
Mientras más intento alejarte, mientras más lejos quiero tenerte, mi alma clama todo lo contrario. Y más cerca añoro sentirte.
¡Caray, como me gustas!
— Gracias —Cuanto quisiera decirle que sí, que él forma parte de esa felicidad, pero me contengo— Ha sido un día grandioso.
Le escucho respirar con fuerza y eso hace que muerda mi labio inferior.
Lo necesito... Ahora mismo.
— Escribí algo para ti... —Dice cambiando el tema, segundos después.
— ¿En serio?
— Sí —El enfatiza—