Pasando su mano por su rostro como si pudiera cambiar el presente o lo que estaba viendo, o simplemente obligarlo a despertar de esa pesadilla, Zein bebió de su copa de vino. No podía concentrarse en nada. Seguía viendo a Erika frente a él. Y ahora, mirando a la mujer que estaba a 10 o 12 metros de él, sonriendo y compartiendo con la gente que había llegado a su Hacienda, se veía tan diferente a la mujer que él tenía en mente y en su corazón, pero que había traicionado en de la peor manera posible. Algo en su corazón le rogaba que saliera de allí y olvidara que alguna vez había estado allí, pero había otra parte en él que claramente lo obligaba a acercarse a ella y confrontarla. Ella era Erika, en su corazón esa mujer era su Erika, la que dejó muriendo en el manicomio del pueblo.
Cuando Zein vio como Erika se excusaba para ir a la mesa de snacks, fue cuando decidió actuar.
Con una sonrisa en el rostro, Amalia iba eligiendo el snack más exquisito que podía ver sobre la mesa. Periféric