Diego encendió la luz de la habitación y notó en ella mirada de espanto, sus ojos muestran rechazo, es lo que Diego entendió. De modo que se alejó de ella y le dio la espalda, no soportaba ser rechzado ahora que él se siente tan distinto con ella.
«¿Cuántas veces he rechazado a una chica porque quiere una relación y yo no?, al parecer estoy pagando mi cuota»
—Princesita, te lo dije, con decirme “no quiero acostarme contigo”, basta —, Rebeka se quedó callada y él volteó y la enfrentó, de manera despectiva espetó:— conmigo no se juega así, si vas a estar bajo mi techo, si voy a cuidarte, incluso a bañarte, no puedes tenerme como perro en carnicería.
—Que justa y apropiada descripción, Diego, si tú eres un perro en carnicería, yo soy un trozo de carne —le reclamó Rebeka dolida como siempre con él, por sus duras palabras—. Eres un bruto, ¿acaso no sabes como expresarte sin ser hiriente?
—Lo lamento, yo no tengo la educación ni la delicadeza de tu noviecito Halcón, si aún te