Emergencias que dan gusto

Mi madre se levantó de la otra silla en la que estaba sentada, puso su mano en mi hombro y comenzó su aparente charla de ánimo.

—Mili, te voy a decir algo y espero que no te enojes conmigo.

Levanté una ceja sorprendida por sus palabras. Era extraño que mi madre me hablara así y más con esa cara seria cuando no lo era en absoluto.

—No te preocupes mami, dime lo que tengas que decirme, estás en tu derecho y supongo que es más un consejo que un comentario.

Ella asintió y se sentó a mi lado.

—Si Gerald quiere casarse contigo, no deberías preocuparte por eso ni negarte a ser su esposa.

—¿Porque lo que dices?

—Porque eso significa que te quiere en su vida y como su esposa, no solo está viendo a Erika en su vida, te está tomando en consideración como una candidata digna —agito una mano—. Claro, si hablamos en su idioma.

—No mami, no creo que él quiera hacerlo de la forma en que te lo propones, además, me presentó a un…

—¡Mili!

Salté de la silla de inmediato, gire para ver en la dir
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