Me quedé sentada en el suelo unos segundos viendo la expresión de la cara de mi esposo, que ni siquiera me miró cuando me tiró al suelo. Me levanté y entré en el cuarto de baño ya que necesitaba ducharme y quitarme mi rasgado vestido. Entré en la ducha y abri los grifos dejando que el agua golpeara mi cuerpo para relajarme. Cuando termine de ducharme, tapé mi cuerpo con la toalla que había colgada en el baño volviendo a mi dormitorio dandome cuenta de que mi esposo ya no estaba, haciéndome sentir que estaba sola. Me senté en la cama pensativa viendo a los pocos minutos entrar a Giuseppe con una toalla solamente en su cintura acercándose a mí con una expresión en su cara que me asustaba.
— Levántate de la cama, quiero jugar un rato con tu precioso cuerpo — me dijo
Giuseppe
—¿Qué te pasa? lo que estoy viendo ahora no me gusta, has cambiado desde que has venido de la casa de tus padres — le dije
Mi esposo sacó del cajón de su mesita de noche una tela negra, tapando mis ojos con ella asu