Adair estaba avergonzado. No quería mostrarla. Cubriéndola entre sus palmas, giró lentamente - olvidé que la tenía entre la ropa y la arruiné - Caeli se levantó, intentando distinguir el objeto, se acercó - Olvídalo, mañana te traeré otra - la apretó en el puño.
-¿puedo verla? - Caeli la pidió. Estirando sus dedos para acogerla.
-Ya no sirve - Adair estaba reacio a que viera ese desastre.
-Quiero verla - dijo suavemente.
Sin poderse negar, Adair abrió su palma. La tomó del tronco con la otra mano para pasarla a la palma de Caeli. En el proceso, los pedazos rotos amenazaron con caer al suelo. La depositó suavemente - ya no tiene espinas - informó.
La palma de Caeli era mucho más pequeña que la suya; de ta