Se levantó y los dos se despidieron con un apretón de manos y una mirada penetrante de él hacia ella. El comisario se quedó en su sala oliendo su propia mano mientras el escribano sonreía discretamente de su cara y pedía entrar.
- ¿Puedo entrar ahora?
- ¡Si deshaces esa estúpida sonrisa, sí, entra!
- Sin duda es una mujer hermosa.
- ¿Linda? - El comisario sonrió. - Linda no es la palabra ideal para definir a Elizabeth.
- ¿Y cuál sería delegado?
- Sublime, ella es una mujer sublime.
Elizabeth
Las cartas estaban sobre la mesa, así que necesito que volvamos a casa lo antes posible. Cuanto más nos quedemos aquí, más Anastasia pensará que domina la situación, sé que será difícil convencer a Kayo de volver a casa y quien estará muy feliz con eso será Sara. Volví a tomar un taxi, pasé muy rápido por un supermercado y compré pañales y otras cosas. Maciel no es tonto y se dará cuenta si vuelvo a casa con las manos vacías. Llegué y Marcos estaba llorando, probablemente de hambre.
- Oh, mi amor,