CAPITULO XXIV
LA SEGUNDA MUERTE
Cuando Jesús de Montiel se sintió cercano a su final, mandó llamar a Eloísa y ésta le tomó de la mano, ya débil y huesuda, sentada en el borde de la cama, como haría una madre. El la miró con ternura y le sonrió con algo que más era ya una mueca que una sonrisa.
-Mi querida Eloísa eres la tercera muerte, de un hombre que alzó de la nada un imperio que no da dinero, sino paz a quien viene a refugiarse entre sus muros…tienes que ser fuerte y pensar de vez en cuando en ti…tendrás cuanto desees porque de la generosidad nace la abundancia y la riqueza pertenece a quien la rechaza…
-No deberías hablar demasiado, estás muy débil…-casi lloró al decirlo.
-Tú siempre como una madre para todos Eloísa, ¿te he dicho alguna vez que tienes un hermoso nombre?, es muy bello, como tu exterior y como tu interior…ahora has de poner al día los engorrosos papeles que te darán el control de la casa, y te aportarán a ti misma cosas con las que jamás soñaste…
En aquellos mome