Esos comentarios que salían de la boca de su tía, para una invitación familiar, cuando justamente, es un día para humillarla, la hizo tomar una decisión.
Sacó el celular y marcó el número de su jefe, quien atendió de inmediato.
— Jazmín.
— Sí, acepto. Acepto ser tu esposa, pero con una condición. — Una sonrisa se formó en los labios del hombre al oír aquella respuesta.
— Soy todo oídos, señorita Machado — respondió.
— Nadie debe saberlo, y no porque no quiera, sino porque estoy investigando algo importante de mi vida, y llevar tu apellido sería un impedimento — explicó.
— Está bien. Nadie lo sabrá, no lo haremos público, pero eso no significa que no te presentaré como mi esposa. Te guste o no llevarás mi apellido, y cuando estemos en algún evento, eres mi mujer.
— Bien — respondió Jazmín, y cortó la llamada.
Leandro quedó pensativo ante una decisión tan repentina, además de despertar su curiosidad respecto a una investigación.
» ¿Qué necesitaría investigar? «Se preguntó.
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