CAPÍTULO 57. Las peores verdades
CAPÍTULO 57. Las peores verdades
Corrió detrás de él. Samuel corrió detrás de él golpeando ferozmente la puerta del conductor de aquella camioneta.
—¡Basta, detente! —le gritó golpeando el cristal con el puño, pero sabía que con eso no lograría nada—. ¡Basta papá, no lo hagas! —exclamó y la única respuesta que obtuvo fue un tropezón cuando la camioneta aceleró alejándose de él.
Maldiciendo entre dientes Samuel corrió hacia su propio coche, encendiéndolo y pisando el acelerador con fuerza, para dirigirse de inmediato hacia El Mirador, porque ese era exactamente el camino que estaba tomando su padre.
Ese era el momento, no había otro. Ese era el momento en que lo perdía todo y no podía hacer nada al respecto. Y no se valía rezar para que Naiara o el abuelo no estuvieran en casa, porque en el estado en que estaba su padre, si tenía que sacarlos de debajo de la tierra entonces eso era exactamente lo que haría.
El auto de Francisco Leal zigzagueó un par de veces de camino a El Mirador, hac