CAPÍTULO 17. Unas miradas asesinas
CAPÍTULO 17. Unas miradas asesinas
La feria regional de los bomberos forestales, organizada por supuesto por el ayuntamiento del pueblo, para recaudar fondos, donaciones y todo tipo de ayuda posible.
El señor Almeida, capitán de la estación, le ponía mucho empeño a aquellas ferias porque era un acumulador compulsivo para casos de desastre, y solo se sentía tranquilo cuando tenía los almacenes llenos de todo lo que se pudiera necesitar. Así que todo el pueblo y los de los alrededores se organizaban para pasarse a ayudar o a dejar sus donaciones.
Naiara se detuvo delante de aquel cartel y a quien primero vio fue a Sergio, entregando tarjetas de agradecimiento a quienes estaban dejando alimentos o aseo, y estaba segura de que no tardaría en ver a Samuel, que para su sorpresa se detuvo detrás de ella, sobresaltándola con aquella voz ronca.
—Parece que el concepto de “todos” se va deteriorando, porque es evidente que aquí vas a estar cerca de mucha gente —lo escuchó sisear y se dio la vuel