Me llevé el papeleo a casa, aunque no pude mostrárselos a Adam y mucho menos pedirle que los firmará. Claro que quería que la bebé Zoé tuviera lo que le correspondía siendo hija de mi esposo, igual que Ethan, pero simplemente era difícil hablar de ello y sabía de antemano que Adam no querría.
Y como esperaba, cuando John le pidió considerar aceptar de una vez a la bebé como su hija, la negativa de Adam fue rotunda.
—Olvídalo, John. La niña no es mía, ¿por qué debería aceptarla?
Adam abandonó el despacho, con Ethan en brazos. Ni siquiera se había enterado de mi salida con su abogado; todo lo que John me contó quedó como secreto entre los dos, incluidos sus sentimientos hacia mí.
—Ve y dile a los abogados de Sabine que no pienso aceptar a su hija —sentenció, antes de que John pudiera decir nada más—. Tu deber como abogado es ganar el juicio, así que ponte a trabajar.
John emitió un suspiro irritado y asintió, antes de recuperar su portafolio.
—Como digas, Adam —se despidió con un gesto