Después de unos minutos, Max bajó al primer piso. Al descender la escalera, una niña chocó contra él y cayó sentada en el piso. Naturalmente, se golpeó muy fuerte y sus ojos se llenaron de lágrimas, rompiendo en llanto de inmediato. Max frunció el ceño, preguntándose de dónde había salido esta niña.
Luego hizo memoria y recordó la petición de Yudith de albergar a una niña. ¿Entonces? Esta debe ser de la que habló Yudith.
Max se puso un poco nervioso; jamás había tratado con niños, por lo que frente al llanto de esta no sabía cómo reaccionar. Pero al verla sollozar y estrujarse los ojos, se agachó y la levantó del suelo con suavidad.
—¿Estás bien?
La niña lo miró; sus ojos eran brillantes e inocentes.
—Perdón, tío —dijo Samantha.
—¿Tío? —Max sintió una sensación extraña. ¿Por qué la niña lo llamó tío?
Max la ayudó a secarse las lágrimas.
—Solo fue un accidente.
Samantha lo miró con los ojos llorosos y rojos. Max sintió una punzada de incomodidad.
—Vamos, ¿te duele algo? —preguntó mient