Al decir esto, Irene miró a Diego. En sus ojos había una mezcla de disculpa y culpa.
—En ese momento, solo pensé desde la perspectiva de un empresario...
—En los negocios, hay que ser objetivo; no voy a opinar. —dijo Irene.
—No, fui yo quien no consideró todo. —Diego continuó—. Si lo pensara ahora, diría que Estrella es una buena amiga tuya, y no solo no haría la compra, sino que también ayudaría a su familia a salir adelante.
—¿Debería darte las gracias por eso? —Irene sonrió levemente.
—De hecho, la última vez le dije a Estrella que si su familia quería seguir en el negocio, podía ayudarles. —Diego se sintió algo incómodo.
—Yo también le pregunté, pero ella me dijo que sus padres ahora están disfrutando de una vida tranquila en su pueblo. Después de tantos años de trabajo, ahora pueden relajarse y disfrutar de la vida, lo cual es genial.
—En todo caso, siento haberla decepcionado...
—Tu arrepentimiento surge de mí. Si dices que quieres ayudar a Estrellita, solo le estarías generando