― Andy, sé que estás furiosa, y tienes motivos para estarlo ― dijo mi hermano con tono sereno, aunque le costaba ocultar su propia rabia ― También sé lo que quieres hacer. Yo quise hacer lo mismo cuando supe la verdad... pero todavía no es el momento de enfrentarlos ―
― No quiero enfrentarlos… quiero destruirlos ― respondí con voz grave, como si mi decisión ya estuviera sellada en piedra ardiente.
― Pero primero debemos resolver la guerra. Antes que nada ―
― Debemos recuperar a Gale. Después... me encargaré del Consejo. Y de nuestros padres ―
― Andy... espera... ―
No lo escuché más. Me giré y salí. Necesitaba estar sola. El aire dentro de esa oficina se volvía irrespirable, como si la verdad pesara toneladas. Caminé sin rumbo, intentando calmarme. Cuando crucé la puerta principal, Connor ya me estaba esperando afuera.
― Connor... ―
― Hey, ¿estás bien? ― me preguntó, su rostro reflejando una preocupación genuina. Supongo que me veía terrible.
― Yo... ― inhalé profundamente, tratando de