Amelia anhelaba recuperar su vida anterior, aquella época en la que era una joven enérgica, decidida y llena de vida. Su única preocupación era levantarse temprano para asistir a clases, disfrutando de una existencia digna y cómoda. Sin embargo, todo cambió de la noche a la mañana, y ahora se encontraba atada a ese hombre, luchando por sobrevivir y mantener apariencias que, en realidad, ahora le eran indiferentes.
Su corazón, cada vez más pequeño, se rompía una y otra vez. Si es que eso era posible, ya estaba hecho añicos y no podría volver a ser como antes. La idea de contarle toda la verdad a Maximilian cruzaba su mente a menudo. Quería gritarle que, si no fuera por su hermano, él ni siquiera existiría. Pero el recordatorio de lo que sus padres casi le ordenaron —hacer silencio— le impedía avanzar con esa idea.
Él parecía haber olvidado esa realidad.
Por su parte, Laura buscaba ideas para un platillo ligero que fuera adecuado para el delicado estómago de Amelia. Cuando terminó de p