Capítulo 9. Estoy embarazada.

Aranza estaba emocionada, todo el esfuerzo que había hecho por fin estaba siendo recompensado y ella se encargaría que así fuera, estaba en las oficinas de la constructora Osuna, la más importante del país, y pensar que próximamente ella sería la dueña de todo esto.

El corazón se le había acelerado un segundo, por fin tendría lo que se merecía.

- ¿Señorita Cervantes? — le llamaba la recepcionista de Gabriel.

- Sí, dígame— Aranza se levantó del sillón.

- El señor Osuna ya puede verla, adelante.

Aranza estaba emocionada, pero todo eso debía desaparecer para darle paso a su siguiente cara.

- Gabriel— la voz tímida e insegura que siempre utilizaba para conseguir lo que quería entraba en juego.

- ¿Aranza? — Gabriel estaba sorprendido, al escuchar el apellido nunca lo relaciono con ella— ¿Qué haces aquí?

- ¿Puedo pasar? — Aranza debía mantener un perfil bajo, hacerle pensar que era el quien mandaba.

- Claro adelante siéntate — Gabriel se levantó en dirección al bar que tenía en la oficina— ¿quieres algo de beber?

- No gracias, la verdad no sé si debería estar aquí. — se remueve incómoda en el asiento.

Para ese momento Gabriel ya había regresado a su silla y tenía un whiskey en la mano, Aranza tenía su total atención.

- Dime ¿qué pasa?

- Me da tanta vergüenza decirlo, pero no sé qué debo hacer.

- ¿De qué hablas? — Gabriel estaba confundido, no entendía por qué venía a él.

- Mira yo me siento culpable, Romina es mi mejor amiga y jamás había pensado en cruzar la línea pero… pero cuando te vi tan mal ese día… yo no pude contener más mis sentimientos hacía ti y me dejé llevar.

- No te preocupes— Gabriel se sentía viene con eso, después de esa pequeña venganza contra Romina, no tenía tanto coraje al ver a Romina nuevamente.

- Sí lo hago, porque esa única vez…

- Deja de darle vueltas Aranza, se directa.

Todo ese  tiempo Aranza había mantenido la cabeza gacha y los ojos en el suelo pero los levantó para mirarlo directamente a los ojos y le dijo:

- Estoy embarazada Gabriel y tú eres el padre.

La sorpresa para Gabriel fue como un balde de agua helada que lo recorrió por completo.

- ¿Qué estupideces dices? Aranza, sólo estuvimos juntos una noche.

- Eso es todo lo que se necesita para embarazar a una mujer, yo tengo tiempo que lo sé pero no podía quedarme callada, cuando tu hijo crece dentro de mí.

Gabriel sonrió pero  continuó.

- Vamos Aranza no eres una blanca paloma inocente, de cuantos hombres puede ser esa criatura que me la quieres colgar a mí. Seguro soy el mejor postor ¿no?

- ¡Eres el padre Gabriel! Tengo tiempo enamorada de ti, tengo mucho tiempo que no estaba con nadie, no hay otro posible padre, como dices tú. Sólo te pido que dejes de ofenderme con tus acusaciones.

Gabriel se levantó de la silla. Esto era una noticia sorpresiva, pero también inesperadamente conveniente.

- No estaba dispuesto a dejarse engañar pero y si, si era su hijo, no lo dejaría desprotegido, un Osuna lo merecía todo y sólo había una manera de saberlo.

- Aranza, mira dejaré de ofenderte, tal como dices— aunque el tono de incredulidad no había sido modificado ni un ápice — pero tengo que estar seguro, no solo yo sino mi padre también.

Aranza solo asintió.

- Le haremos una prueba de adn si es positiva, hare todo para que ese bebe tenga lo mejor.

- Me da miedo Gabriel.

- ¿Qué no sea mío?

- ¡No! Que Romina sepa y quiera hacerle algo al bebé por coraje o venganza.

Los ojos de Gabriel cambiaron, solo la mención de Romina lo hacía desear desaparecerla.

- Por ella no te preocupes, se quedó sin nada y así seguirá ¿qué puede hacer una mujer que no tiene ni para comer?— cada palabra le sabía dulce al pronunciarla.

- ¿Sabes dónde está entonces?— Aranza quería saber todo lo que el supiera, quería ver las probabilidades de que hablaran o arreglaran su situación.

- No, ni me interesa realmente, lo que sí sé es que vino y le dije todo lo que me había quedado pendiente no tuvo fuerza ni para responderme, así que sólo se fue la sinvergüenza.

- Bueno, entonces me quedaré tranquila.

- Cuídate, deja tu número de cuenta con mi secretaria y te mandaré dinero para los cuidados en cuanto se pueda hacer la prueba la realizaremos ¿Entendido?

- Sí, no te preocupes.

Al quedarse sólo, Gabriel se puso a recapitular, la condición de su padre para no  quitarle todo era tener un heredero, aunque había conseguido a una “esposa adecuada” por lo visto era infértil o algo parecido.

Aranza no era lo que habría esperado como esposa de un Osuna y su padre daría el grito en el cielo, y eso sería maravilloso.

La condición se cumpliría iba a tener a su heredero  solo que no de la mujer que él había elegido, sería una venganza divina, claro que primero tendría que asegurarse que ese bebe fuera suyo, no quería terminar igual que muchos idiotas, manteniendo hijos ajenos.

- ¡Qué horror!— dijo al sentir un escalofrío solo con pensarlo.

Fuera de las oficinas  Aranza estaba en su auto, que no cabía de la emoción.

- Por fin tendré todo lo que merezco, y no tendré que estar mendigando por unos cuantos pesos. Hoy será un dia maravilloso, y días como estos solo ameritan ir a ver a mi gran amiga.

Era temprano aun, así que tenía tiempo de visitarla verla antes de entrar en su horrible y deplorable trabajo.

- Esa será la cereza del pastel.

Encendió el auto y llamó a Romina para que le dijera dónde podían verse.

- ¡Amiga! ¿Cómo estás? — Aranza no podía contener su alegría.

- Hola amiga, bien ¿ y tú?

Si claro, pensó Aranza.

- Qué bueno, oye ¿podemos vernos hoy? Te extraño.

- Amm déjame ver— unos segundos después regreso a la línea— sí claro, te paso la dirección y me dices a qué hora vendrás.

- Pues solo lo que hago de camino.

- Está bien aquí te espero.

Romina colgó la línea, y Aranza estaba emocionada de ver dónde se estaba quedando Romina, por fin las cosas se estaban acomodando como siempre debieron ser.

Alana Aguilar

¿Que piensan de los acontecimientos ?

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