Ex esposa vuelve a mi
Ex esposa vuelve a mi
Por: J.D Anderson
Capítulo I: Quiero el divorcio

Valentina observaba sus ojos azules como el cielo de verano, se notaba que le dolía, no era para menos, Scott Brighton la conocía desde hace mucho tiempo.

—Valentina, sabes que te tengo un gran cariño, siempre te he querido, pero... no de esta forma —ella bajó la mirada, sentía su corazón latir con una fuerza terrible, en cualquier momento podría oír tres palabras que destruirían su sueño de amor y lo convertirían en pesadilla

—Sé que no me quieres como yo a ti, pero, demos tiempo al tiempo, te lo dije, yo te voy a enamorar.

La mirada de Scott reflejaba una profunda compasión, pero debía ser sincero

—Valentina, lo siento, no puedo, esto se terminó —los ojos color avellana de la joven se abrieron enormes—. Quiero el divorcio —sentenció, y ella sintió como si su corazón se hubiese roto en mil pedazos

—¿¡Qué has dicho?! —exclamó con los ojos llenos de lágrimas

—Por favor, Valentina, no te pongas así, esto se veía venir, un matrimonio de seis meses que solo fue obligado por la familia, no nos llevaría a ningún lugar —espetó con honestidad y reclamo

—¿Hay algo más? ¿Es ella?

—Sigo amando a Laura, siempre será así, pero esto se trata de nosotros, no quiero más falsas esperanzas, ya no quiero lastimarte, lo hago por tú bien.

—¡Por favor! —exclamó, intentó acercarse, tocarlo, necesitaba convencerlo de cuánto lo amaba, de que ella lo podía hacer feliz, pero él se alejó, se veía tan firme

—Valentina, no hagas esto, si te vieras de la forma en que yo te veo, tú vales mucho, eres tan hermosa, perfecta, mi amor no es para ti, pero estoy seguro de que otro hombre te hará feliz —dijo con seguridad

—¿De verdad? ¿Serás tan valiente para verme de la mano de otro hombre? —exclamó con dolor, tal como ella había expresado, Scott sintió un ligero recelo en su interior, fue incómodo, pero asintió

—Solo quiero verte feliz, porque mi cariño por ti, sigue intacto.

Valentina cubrió su rostro con su mano, tenía un gesto desesperado

—¡Es que no lo entiendes! Yo solo quería ser de ti, quería hacerte feliz, darte todo mi amor, ahora solo me alejas, yo solo quería ser tuya, de ningún otro hombre, si sabías que no ibas a amarme, ¿Por qué aceptaste el matrimonio? ¿Por qué me hiciste tuya esa noche?

Scott bajó la mirada, sabía la respuesta, no quería ser más cruel, ni hacerla sufrir

—Por favor, detente. No te hagas más daño. Entiende, no me obligues a ser duro. Yo no te amo, es la verdad, aunque duela.

Ella sintió las lágrimas calientes recorrer su rostro

—¿Y si me niego a darte el divorcio? —exclamó

—Nadie puede obligar a una persona a permanecer a su lado, Valentina, al amor no se le obliga, de todos modos, la ley estaría de mi parte, hoy tomaré mis cosas y me iré.

Él subió la escalera, ella contuvo un sollozo que quería salir de sus labios, se sentía rota.

Scott era el primer y único hombre que había amado en sus cortos veinte y un años, Valentina Dion era huérfana, sus padres habían muerto años atrás víctimas de un incendio, y ella a los quince años, fue a vivir a la casa Brighton, porque los padres de su gran amiga Meredith, eran sus padrinos, y mejores amigos de sus padres, fue ahí que conoció a Scott, tío de Meredith y se enamoró a primera vista.

Cuando observó sus maletas, sintió pánico, perderlo era como recordar que lo había perdido todo hace cinco años. Se mantuvo firme, Scott miró su semblante, sintió tristeza por ella, odiaba lastimarla.

—Debo irme.

—¿A dónde irás?

—Estaré bien.

—Entonces, adiós —sentenció y él pudo ver algo de rencor, no quería su odio, le tenía un cariño especial, siempre fue así—. No me odies, Val, no quise lastimarte.

—Lo estás haciendo ahora.

—Puedo darte un abrazo —expresó, ella se sintió trémula, incapaz de negarse, él la abrazó con fuerza, ella sintió el calor recorrer su cuerpo, se aferró a su piel, hubiese querido que ese abrazo fuera eterno, cuando la soltara, ella sabía que todo habría terminado, se alejó un momento, e impulsiva besó sus labios, él se negó, intentó alejarse, ella acunó su rostro, aferrándose a su boca, no quería humillarla, así que él no se alejó, correspondió con suavidad, sintiendo ese toque de ternura que ella tenía, y esa pasión en sus manos, pero tuvo que detenerse, no era correcto

—Promete que estarás bien.

Ella no dijo nada y le dio la espalda, solo lo vio irse. Y se echó a llorar, sintió mucho dolor.

Él manejó hasta el hotel donde se quedaba, estaba casi a las afueras de Redville, pero era mejor, así nadie del pueblo sabría la verdad. Cuando llegó, escuchó el agua correr, Laura debía estarse bañando, y él se sintió culpable, había mentido a Valentina, nunca le dijo que la dejaba para volver con ella. Estaba preocupado por su aún esposa, no sabía si estaría bien.

Laura y él estaban comprometidos en el pasado, ella era su novia desde la adolescencia, pero luego de la universidad, él fue a dirigir la empresa Brighton en Boston, era el CEO, y ella fue a Maryland, con la promesa de casarse pronto.

Los Brighton tenían la gran empresa dedicada a la farmacéutica, cuyo presidente era Frank, su cuñado, quien se quedó a cargo, tras la muerte del padre de Scott.

Laura salió del baño, envuelta en una toalla, era una mujer hermosa, tenía treinta años como él, de cabellos oscuros, y piel blanca, ojos marrones, era una mujer bella y fuerte

—¿Lo arreglaste?

—Le pedí el divorcio.

—¿Cómo te fue? —preguntó ansiosa

—Fue triste, ella estaba destrozada.

Laura se sentó a su lado y lo miró de reojo

—Es natural, amor, Valentina te amaba desde niña, pero es muy joven, apenas tiene veinte años, lo superará, encontrará a otro hombre y será muy feliz, lo tiene todo, es hermosa, es muy rica.

Sus palabras no le dieron consuelo a Scott, algo sobre pensar que Valentina encontraría a otro hombre, parecía disgustarle, aunque jurara que estaría feliz por ella, pero no quiso escuchar su voz interna.

—Ella es fuerte, es resiliente, es admirable, sé que se recuperará —dijo Scott

—Tengo miedo, Scott —dijo sosteniendo su mano, él la miró confuso—. De que tu familia no me perdone nunca que te haya dejado plantado en el altar.

Scott lo recordó, sí, Laura lo dejó plantado el mismo día que iban a casarse, fue algo tan cruel y humillante, fue esa misma noche, cuando desesperado huyó a la casa de la bahía, a sufrir y padecer, se embriagó y Valentina apareció como un ángel para cuidarlo, pero al día siguiente pasaron la noche juntos, y cuando todos se enteraron, fue obligado a desposarla

—Hablaré con todos, ellos te van a aceptar, porque serás mi esposa.

Laura se veía abatida

—Tal vez, si nos casáramos ya mismo… —dijo

—Es muy rápido, primero debo firmar el divorcio con Valentina y…

—Debes acelerarlo, quiero ser tu esposa cuanto antes.

Él asintió y ella fue al cuarto de baño a cambiarse la ropa, debía darse prisa, y ser la esposa de Scott, antes de que su embarazo se notara. Sintió que sus manos temblaban, no habían hecho el amor desde su regreso, a pesar de todas las mentiras que dijo, debía esperar que él se las tragara, y por fin ser su esposa.

Más tarde, Scott fue a la mansión Brighton, apenas llegó, le informaron que su madre Diana quería verlo en el salón, intuyó que lo sabían todo, cuando la mirada de su hermana mayor Melissa fue un rotundo desapruebo, tocó la puerta y entró, su madre le miró con firmeza

—¿Así que pediste el divorcio?

—¿Te llamó Valentina?

—¿Valentina? ¿Se lo dijiste? ¡Dios mío! ¡Qué hice para merecer un hijo tan imbécil! No, Scott, no lo supe por ella, lo supe por el abogado.

Scott hizo cara de fastidio

—¡Basta, madre! Estoy cansado de que creas que siempre haré lo que quieres, ya no soy un niño, tengo treinta años, no seguirás imponiéndote en mi vida —sentenció con furia

—Has roto el corazón de Valentina, ella te ama, como no lo mereces, ¿Por qué haces esto, Scott? Ella es perfecta para ti, y si quieres la verdad, yo me hubiese negado a que ella fuera tu esposa, y lo hubiera hecho por ella, no por ti, ella vale mucho para un inmaduro como tú.

—Gracias, madre, no esperaba menos de ti, siempre piensas lo peor de mí.

—Te lo has ganado.

—Laura volvió —Diana le miró con ojos enormes—. Ella y yo nos casaremos, apenas Valentina firme el divorcio.

—¡¿Enloqueciste?! —exclamó en un grito

—Es la mujer que quiero a mi lado, eso es lo que diré.

—Es la mujer que te engañó, que te dejó plantado en el altar ante los invitados, ¿Cuál es su excusa?

—Es algo terrible, madre.

Diana le miró con gran intriga, sin saber que pensar, y tomó asiento, para que él también lo hiciera y le dijera todo

—Madre, sé que piensas que Laura no me merece, que me falló, pero hay una razón poderosa y desgraciada detrás, ella me ama, siempre lo ha hecho.

—¿Y entonces? ¿Por qué motivo decidió dejarte de un día a otro? ¿Por qué te humilló de esa cruel manera?

—Madre, Laura fue abusada por un hombre, justo antes de la boda, sintió tanta vergüenza y dolor, que decidió abandonarme.

Diana abrió ojos enormes y horrorizados, ante tal revelación.

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