Chat with the Pierce family 2/2

Evangeline Lumière.

¿Cómo es que pase de ser considerada un pequeño fenómeno a una presa de un viejo brujo? Me he hecho esa misma pregunta durante los 20 minutos que el señor Pierce ah estado hablando.

—Evangeline, ¿estas escuchándome? —cuestiono.

—No. Me perdí, lo siento. —respondí un poco avergonzada.

—Te estaba diciendo que de ahora en mas no podrás salir de la casa sin ninguno de nosotros. Si quieres salir deberás avisarnos y de ahora en mas recibirás accesoria de combate con Artemisa. —la chica dio un paso al frente.

—Espero que no tengas dos pies izquierdos, suficiente tuve con Aleksander cuando era joven. —tenia los brazos cruzados y un semblante serio. Había dejado esa ropa formal y se puso una calza deportiva junto a un top para deporte, ambas osas negras.

—Aleksander, ¿puedo hablar contigo? —pregunte casi sin abrir la boca.

Él miro a su familia y salió de la habitación, lo seguí. Llegamos a la sala y le di un fuerte golpe en el pecho. No dijo nada, solo se quedo quieto, mirándome. Volví a golpearlo durante un rato, hasta que mis puños dolieron.

—¿Terminaste? —cuestiono.

—Quiero rime. —suplique.

—No puedes, lo sabes. —me miro sin expresión.

Le di la espalda. Mis ojos se llenaron de lagrimas. ¿Por qué m****a estoy llorando? No se supone que nada de esto este pasando. Talvez.... Talvez estoy soñando. Si, eso debe ser, solo un sueño del cual despertare en mi hogar, lejos de este maldito lugar y jamás vendré.

—No es un sueño. —me di vuelta para verlo. —Piensas en voz alta. —se encogió de hombros.

—¿Como... Como hago para que deje de querer matarme? —cuestione.

—Aun no sabemos que quiere. —lo interrumpí.

—Yo si se lo que quiere. Quiere mi don, mi poder...

Me llevo hasta la sala donde estaba el resto de la familia y Aleksander dejo que yo hablara para explicares.

—Una mujer apareció en mi sueños. Dijo que era un lugar seguro, como si fuera un refugió mental o algo así. —comencé a explicar. —Me dijo que las mujeres de la familia sufrían horrendas pesadillas y que ella rezo a un dios de los sueños para que pararan. Él acepto y les dio el don de los sueños premonitorios, pero hubo unas gemelas que querían este don, solo una lo obtuvo y la otra no.

—¿Qué tiene que ver eso con el brujo? —pregunto la señora de la casa.

—Ella fue a una cueva donde lo encontró y él la hizo su aprendiz. Ella lo supero y lo convirtió en su asistente. Fue a matar a su hermana para así tener el don, pero ya fue demasiada tarde, su hermana había parido a una niña y ese don se pasa al bebe.

—¿Qué paso con la niña? —cuestiono el menor de los Pierce.

—No tengo idea, no me dijo mas. —respondí.

El señor Pierce se me quedo viendo hasta que me hizo señas para que lo siga. Mire a Alek y él asintió. Lo seguí y me llevo hasta el sótano, allí saco un libro bastante viejo y me lo mostro.

—¿Qué es esto? —pregunte.

—¿Algunas de estas mujeres se parece a esa mujer? A la bruja. —cuestiono.

Voltee las hojas una por una, ninguna se parecía hasta que di con un retrato totalmente igual al refleje que había viso en el agua del sueño.

—Ella. —la señale.

Él la miro y volvimos a la sala. Tiro el libro sobre la mesa de café y los Pierce lo vieron con miedo. No entendía que estaba pasando, pero si ellos tenían miedo yo también, como para no desentonar.

—¿¡No dijiste que la habías matado, Aleksander!? —pregunto su padre furioso.

—Lo hice, la descuartice y queme. Tire sus cenizas al mar. —se defendió exaltado.

—Pues al parecer no lo hiciste bien. —cerro el libro con fuerza,

—Esperen un segundo, ya me perdí. ¿Me pueden explicar? ¿Cómo que descuartizar y quemar? —alce un poco la voz y ellos me miraron.

—Descubrimos a la bruja hace varios años ya, creo que es los años 20' o 30', no recuerdo. —explico el mas chico.

—¿¡En el año cuanto!? —mire atónita a Alek.

—Fue en los años 20' y si, tenemos mas de lo que aparentamos. —respondió Artemisa.

—¿Cuantos? —mire a Aleksander.

—En mi caso son 755 años. —respondió el rubio.

—Yo soy dos siglos mas grande que él, puedes imaginarte. —murmuro Aleksander.

—Bien, suficiente. —me pare del sillón y todos me miraron. —Me voy a dar un baño, voy a dormir y me despertare en mi cama como si nada hubiera pasado. —me di media vuelta y salí de la sala.

—Usa mi habitación y, aun que lo intentes, no es un sueño.

Maldije a Aleksander en voz baja y subí hasta el ultimo piso, donde había soñado que estaba su habitación. Entre y pase directamente al baño. Me duche y me puse una de las camisas de Pierce, no tenia otra cosa y no iba a ponerme la misma ropa que tenia, estaba sucia.

Me recosté boca arriba y me pregunte, ¿qué diría mi madre? ¿Dónde estaba mi madre? ¿Sabrá que estoy bien? ¿Habrá pasado algo parecido a esto? No lo creo, pero me gustaría que si, quisiera tanto pedirle un consejo sobre que hacer.

—¿En que piensas? —la voz de Aleksander me saco de mi ensoñación. Me senté en la cama y lo mire, ya se había duchado y cambiado, pero aun tenia el cabello mojado. —Has estado así por mas de dos horas, ya estaba dando miedo como no parpadeabas.

—Solo pensaba... —respondí. —¿Dónde se supone que dormiré? —pregunte bajándome de la cama.

—Justo donde estas. —respondió.

—¿Contigo? Prefiero dormir en el suelo, gracias. —arregle mi cabello y él se rio.

—No, yo dormiré en el sofá, pero si quieres podemos no dormir. —se acerco de manera seductora y me rodeo la cintura.

—¿Con un viejo de mas de 900 años? No gracias. —lo aparte y me volví acostar en la cama.

—Ya veremos si no as a querer mas adelante, solo dame tiempo. —me sonrió y se acostó en el sofá de cuero que estaba junto al ventanal.

Me dormí casi al segundo de tocar la almohada con mi cabeza. Estaba tan cansada que ya no sabia si había tenido un sueño común o una premonición, pero cuando me desperté al día siguiente ya no recordaba nada de lo soñado.

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