Un Mes Después
Un mes pasó en un parpadeo.
Aquella tarde, Isabella estaba ocupada cocinando en la cocina. Se recogió el cabello en una coleta, se puso un delantal y se secó el sudor que le brillaba en la frente. El calor era casi insoportable, especialmente porque la tía Anita, la ama de llaves, no había podido venir durante varios días por enfermedad. Así que Isabella tenía que encargarse de toda la casa por sí misma.
En medio de su cocinado, un golpe repentino en la puerta la hizo sobresaltarse. Tenía las manos todavía llenas de harina mientras se apresuraba a abrir.
Al abrir la puerta, se encontró con Miguel y Miley.
Ambos la saludaron con calidez, y Isabella les devolvió la sonrisa con igual amabilidad. Los invitó a pasar y les hizo señas para que se sentaran.
—¿Vinieron a ver a Max? —preguntó Isabella.
—Miley tal vez esté buscando a mi hermano —dijo Miguel con una suave sonrisa—. Pero yo vine a verte a ti.
Isabella ignoró por completo sus palabras.
—Eh… Max fue al taller a repara