Pasaron dos meses, y Maximilian e Isabella llevaban ahora cuatro meses de casados. Sus rutinas diarias continuaban como siempre. Miley seguía visitando la casa de Maximilian con frecuencia, llenándolo de pequeños gestos de atención, con la esperanza de recuperar el corazón de su exnovio.

Miguel, por otro lado, no había vuelto a ver a la misteriosa mujer que buscaba desde aquel día. Seguía empeñado en descubrir la identidad de la mujer que había capturado su corazón, una mujer que, de hecho, conocía bien. La misma chica que había sido su amiga de la infancia. La misma mujer a quien rechazó cuando su familia propuso que se casaran. Y ahora… era la esposa de su hermano.

En su desesperación, Miguel visitaba a menudo a Samantha, la mejor amiga de Isabella, e