Maximilian acababa de llegar al Café X —el lugar que su hermano menor le había mencionado.

En cuanto cruzó la puerta, su mirada aguda recorrió el interior acogedor del local hasta detenerse en su hermano, sentado en una esquina junto a una mujer.

En el momento en que Miguel notó la llegada de su hermano, le pidió rápidamente a la mujer que lo acompañaba que se marchara, deseando tener privacidad.

Luego se levantó y caminó hacia Maximilian, abrazándolo con fuerza.

—¿Cómo has estado, hermano? —preguntó Miguel, soltándolo con una sonrisa cálida y señalando el asiento frente a él.

Maximilian se hundió en el mullido sofá, se quitó la chaqueta y la dejó caer sin cuidado a un lado.

—¿Cómo crees? —respondió con frialdad.

—¡Todo esto es culpa tuya! Si no hubieras huido, yo no habría terminado casándome con esa mujer —soltó Maximilian, tomando la botella de vino frente a él. Se sirvió una copa y la bebió de un trago.

—Lo siento, Max. De verdad creí que si desaparecía, mamá cancelaría el comprom