CHRIS

—¡Enfermera!

Mi garganta arde con el grito que doy. Siento que algo dentro de mí acaba de romperse mientras mi corazón se acelera a más no poder pues el rostro de mi esposa se pone pálido y la máquina a la que está conectada no deja de pitar en ningún momento, lo que me altera aún más.

—Por favor, cariño, quédate conmigo—susurro, tomando su rostro entre mis manos.

—¿Chris? Les dije... que algo no iba bien.

Sacudo la cabeza, intentando sonreír.

—No te preocupes, no es nada—miento—. Estoy seguro que es algo mínimo, como un vaso que se rompió dentro de ti o algo así. No te espantes.

Ella me sonríe débilmente.

—Estamos sufriendo. El bebé sufre.

Antes de poder preguntarle a qué se refiere, el cuerpo médico ingresa en la habitación colmando todo. Me hacen a un lado para poder verla bien, midiendo no sé qué cosa y hablando sobre algo que no logro entender porque mi mirada está puesta en el bendito médico que me prometió que ese dolor era normal.

Molesto como estoy lo tomo de su chaquet