39. Problemas en el Paraiso
El sol brillaba intensamente sobre la isla, y las olas rompían con una cadencia que parecía marcar el ritmo de un día perfecto. Sin embargo, dentro de mí, una tormenta comenzaba a formarse. Aunque Chasse había prometido no dejar que los problemas de su oficina interfirieran en nuestras vacaciones, algo en su actitud me decía que las preocupaciones aún lo seguían.
Habíamos pasado la mañana en la playa, nadando y jugando en la arena como si fuéramos niños. Sin embargo, cada vez que lo miraba, lo encontraba distraído, con el ceño fruncido y una mirada que parecía viajar kilómetros lejos de aquí. Sabía que debía preguntarle, pero también temía que hacerlo pudiera arruinar este frágil oasis que habíamos creado.
Cuando volvimos a la cabaña para almorzar, Chasse se disculpó para atender una llamada. Traté de no darle importancia, pero mientras lo escuchaba hablar desde la terraza, algo en su tono me hizo sentir que estaba ocultándome algo. Decidí enfrentar mis dudas. Cuando terminó, lo encon