Harding manejó a toda velocidad, deseando encontrar allí y convencerla que no se marchara. Pero, no había manera de que tuviera la seguridad de su presencia en ese lugar. Por ello, angustiado, manejó rápido y dejó el auto sin parquearse bien, para después correr hacia el interior del aeropuerto.
Sin saber dónde podría estar, Harding comienza a gritar su nombre mientras corre desesperado. Miley, que apenas había entregado a su hija para que la llevaran a la bodega, prometiendo que no la dañarían, camina mientras llora por no poder tener a su pequeña durante en vuelo. — ¡Miley, dime que estás aquí! ¡Miley, soy Harding, responde! ¡Miley! ¡¿Dónde estás, Miley?! ¡No te vayas, por favor! — pide Harding en medio de gritos, mientras recorre con la mirada el aeropuerto.— Señor, por favor, no