Comenzamos a cenar y yo disfruto de todo lo que me rodea e i causó, del vino sin alcohol que sabe delicioso, mientras me recuerdo que yo, la chica que no salía de su casa sino a escondidas y dormía en el ático, ahora está en un yate con el hombre que ama y en Francia.
Terminamos de cenar, conversando de cosas triviales y para digerir mejor la cena, nos quedamos en las sillas sobre el yate, para poder disfrutar de la vista y la noche estrellada. Hasta allí, Harding sube tres botellas del vino que está tomando y una de la mía .— ¿Por qué hay tantas botellas de vino? — Las estrellas se disfrutan mejor bebiendo un poco de elixir de la felicidad — responde Harding y yo lo observo sorprendida por cuan bueno es con las palabras. — Entiendo.— Tu vino sigue siendo sin alcohol. Así que, no habrá problemas con las medicinas que consumes