Narrador Omnipresente
Mientras caminaba Harding, nadie se atrevía a mirarlo y era porque su asistente emitía señales claras sobre su malhumor como hablarle causaría un gran problema. Harding ajeno a lo que sucedía a su alrededor, caminó hacia la presidencia del lugar y sin llamar a la puerta, se sentó en un mueble de la oficina.Edward, uno de los pocos chicos que conoce a Harding y quien podía considerarse amigo, continúa su trabajo esperando que su atormentado amigo, libere todo su enojo. — ¿No vas a preguntarme como estoy? Quizás, ¿por qué estoy así? — pregunta Harding enojado.— Es evidente que estas molesto. Eso es claro y el motivo, para serte sincero, no deseo saberlo hasta que todo tu malhumor haya desaparecido. Porque lo que menos quiero es ser la descarga de tu enojo. — responde Edward sin dejar de mirar la pantalla de su compu