Rori llegó a casa más tarde, y Violeta lo encontró
—¿De dónde vienes? Mira la hora que es, pasan de las once, es muy tarde.
Él la miró con desespero, no estaba de ánimo, y además estaba ilusionado por la presencia de Betty Ramos en su vida
—No soy un niño, ¿Lo olvidas, Violeta? Déjame tranquilo.
—¡¿Qué es esa forma de hablarme?! Eres un insensato, ¿Qué sucede con el respeto, Rori?
Él se detuvo, y se sintió culpable
—Lo siento, solo, no estoy de ánimo.
—¿Es por Seraphyna?
Él la miró incrédulo de que ella lo supiera
—¿Ella te lo dijo? —Violeta asintió
—No ha dejado de llorar por ti.
—¿Llorar? —exclamó perturbado, pero luego se convenció de que todo era una simple mentira—. ¡Imposible! No me lo creo, ella no tiene sentimientos, ¿Te dijo lo que me hizo?
Violeta asintió y le pidió que fuera con ella al salón principal, tomaron asiento
—Rori, no todas las personas han tenido la vida amorosa que nosotros tenemos, hay quienes han tenido una vida cruel, triste, sola, mira a Sebasti