Capítulo. 122: Drama de un enamorado
El pasillo del hospital estaba en silencio, salvo por el zumbido lejano de los aparatos y el sonido apagado de pasos apresurados. Rodrigo estaba sentado en la camilla, el brazo inmovilizado con una férula provisional, mientras Alice permanecía de pie frente a él, los brazos cruzados y la mirada firme, casi inquebrantable.
—Ya pedí disculpas, no sé cuántas veces —dijo ella, con la voz contenida pero decidida—. Fue reflejo. Instinto. No lo hice con mala intención.
Rodrigo la miraba, aún confundido por el rumbo de aquella mañana.
—Eso lo entendí. Lo que no entendí fue… todo lo demás.
Alice desvió la mirada, respiró hondo.
—Rodrigo, tú eres… divertido. Hasta encantador. Pero no estoy interesada en nadie. Simplemente… no funciono de esa manera.
—¿Cómo que “de esa manera”?
Ella dio un paso atrás, manteniendo distancia.
—Relaciones, acercamientos, cualquier cosa que implique más que cooperación profesional. No sé cómo lidiar con eso. Ni quiero.
El