A petición de Taylor, el pequeño Esteban se quedó haciéndole compañía mientras la madre entra a cubrir su turno en la misma clínica.
― No te atrevas a huir y llevarte a mi hijo nuevamente. ―Le advirtió la joven antes de marcharse y confiar su hijo al padre de él.
― Vamos cariño, sigues insistiendo en que yo soy el culpable. ―Se queja su todavía esposo.
― Papá, mi mamá ha estado muy triste en casa y ahora la veo sonreír de nuevo. Creo que ella se alegra de verte y por eso sonríe. ―Comenta el pequeño a los pocos segundos de que su madre saliera de la habitación.
― ¿Papá? ¡Me habéis dicho papá! ―Reaccionó con gran emoción el joven Taylor.
― Sí, le he dicho a mi madre que me gustaría que seas mi papá.
― ¿De verdad? ¿Y ella qué te respondió? ―Preguntó con inquietud al sentirse desesperado como si fuera un adolescente.
― Que no puedo llamarte papá, porque solo somos amigos y tú te puedes molestar y me dirás que no soy tu hijo. Pero es que tú me agradas mucho y me gustaría tener un papá como