Lo que Esteban temía sucedió, Dania se levantó muy temprano y casi se va de golpe al suelo cuando observó la cantidad de hombres haciendo ejercicio en la cancha.
Ella corrió a encerrarse a la habitación sin siquiera entender o preguntar qué es lo que está sucediendo.
―Permiso para hablar mi capitán. ―dijo uno de los soldados.
―Adelante recluta. ―respondió Esteban.
Y es que aunque estén fuera de las instalaciones del batallón, ellos siempre deben hablarle con respeto a su oficial.
―Una chica se asomó por la ventana y al observarnos se ha retirado.
―¡Entendido!
―Permiso para retirarme, oficial.
―Regrese a su puesto de entrenamiento.
Sin importarle dejar abandonado a su equipo, Esteban corrió hacia la casa en busca de la chica, quiso abrir la puerta de la habitación; sin embargo, ahora ella se ha encerrado bajo llave.
―Dania, por favor, abre la puerta y hablemos. Sé que ya has salido y nos has visto, ahora necesito explicarte.
―Dónde está tu esposa, me dijiste que ella llegaría