POV: Zara Caldwell Es un mentiroso de primera. Dijo que sería solo una vez… y al final fueron tres. ¿Qué le pasa? ¿De dónde saca tanta resistencia? Yo estoy al borde del colapso. Me tiemblan las piernas y siento que voy a desmayarme. Seguro es porque he comido fatal estos días. Estoy débil, hecha polvo.Evander me tiene abrazada desde atrás. Los dos estamos desnudos sobre su sofá, enredados, piel contra piel, y no sabía que esto podía sentirse tan bien. Estar así, acurrucados, compartiendo calor... es una delicia.—Evander.—¿Mmm?—¿Te dormiste? —arrugo la nariz, ofendida. No puede hacerme esto.—Estoy despierto todavía —murmura, pero su voz suena pastosa, adormilada. Estaba dormido—. ¿Por qué?—¿Cómo que por qué? —gruño, indignada—. ¿No crees que me debes algo?—¿Yo?Le doy un codazo en el costado. Se ríe y me abraza con más fuerza. Me besa detrás de la oreja y un escalofrío me sacude. No tengo fuerzas para una cuarta ronda, eso lo tengo clarísimo.—Ya recordé —murmura con voz ronca
POV: Evander Blackwood —He estado pensando en dejar el modelaje —la declaración repentina de Zara me toma por sorpresa, y la miro desconcertado.—¿Qué estás diciendo?—Sé que firmé un contrato —me sostiene la mirada con cierta inseguridad—. ¿Existe alguna posibilidad de anularlo?—No lo entiendo, Zara —mi expresión se vuelve seria—. Siempre dijiste que era lo que amabas. ¿Por qué quieres renunciar otra vez? ¿Tiene algo que ver con Cole?Ella apenas roza la comida que le preparé, y esboza una sonrisa irónica. Lleva un rato distraída, incluso después de que hiciéramos el amor sobre el mesón y la primera comida se quemara. Parecía animada en ese momento, pero ahora...—Volví a esa agencia por presión de Iris. Nunca fue mi decisión —confiesa—. Ya no me llena, Evander. Quiero dejarlo atrás, cerrar esa etapa. Por favor, entiende.Niego con la cabeza, aún incrédulo. Hace tiempo que noté que el brillo en sus ojos, ese fuego por el modelaje, se había apagado. Quise creer que era por la amnesi
POV: Zara Caldwell Por poco y no regreso a la mansión esta noche. Aunque moría de ganas por quedarme a dormir con Evander, preferí no arriesgarme más de la cuenta. Hay demasiados ojos encima de mí y no pienso darles otro motivo para hablar. Le prometí a Evander que nos veríamos más seguido, y esa fue la única razón por la que me dejó ir. De lo contrario, habría terminado secuestrada por él sin remordimientos.—Señora —la voz de Bob me detiene justo cuando intento subir las escaleras sin hacer ruido—. ¿Dónde estaba? La estuve llamando, pero no respondió.Me doy la vuelta con una sonrisa nerviosa, buscando parecer natural.—Lo siento, lo hice otra vez —me rasco la nuca, incómoda. Ojalá no note nada raro en mí—. Salí a resolver un asunto importante y se me fue el tiempo.Claro... en la cama de Evander, obviamente.—Mantenga su teléfono encendido. Es peligroso que esté sola fuera de casa —me aconseja con tono serio, y asiento.—Lo tendré presente. Ya puedes ir a descansar tranquilo. Prom
Es la primera vez que puedo hablar con esta mujer sin que haya de por medio ningún truco, sin poderes, sin llantos fingidos para hacerme quedar como la villana. Y aun así, no puedo evitar ese escalofrío que me recorre el cuerpo al tenerla tan cerca.—¿Quieres algo de tomar? —pregunta con aparente amabilidad.—No es necesario, estoy bien —mi expresión sigue tan seria como siempre—. Eres buena fingiendo que no me detestas. Pero estamos solas, puedes ahorrarte la actuación.Bob está cerca, a unos pasos de nosotras, pero dudo que a esta mujer tan astuta le importe mostrarse tal como es, incluso frente a él.—Muy bien —Felicity borra la sonrisa de su rostro y sus ojos claros se tornan oscuros—. ¿Qué quieres en mi casa?Ahora soy yo quien sonríe. Apoyo los codos sobre la mesa y la miro con calma. Felicity parece contenerse para no lanzarse sobre mí.—Tu madre ya debió traerte el chisme —comento con desdén—. ¿No es así? Al fin y al cabo, las ratas siempre se mueven en grupo.—Lo sé todo, Zar
POV: Cole HarringtonCuando regreso a la residencia por la noche, todo está más silencioso de lo habitual. Felicity no me llamó en todo el día como solía hacerlo, preguntando a qué hora volvería. Al principio, su silencio me dio una extraña sensación de calma... pero ahora, algo no me cuadra. Me inquieta que no lo haya hecho.Encuentro a Nora en la cocina, removiendo algo en una olla sobre el fogón. El aire huele a hierbas frescas.—¿Dónde está Felicity? —pregunto, seco. Todavía no confío en esta mujer.Nora se gira con una de sus sonrisas amables, como si todo estuviera bien. Me irrita que finja tanta normalidad cuando sabe exactamente lo que ha hecho.—Está en su habitación —responde con voz serena—. Se ha sentido mal hoy. Tiene dolor de cabeza, así que le estaba preparando una infusión.—¿Y por qué nadie me avisó?—Ella no quiso preocuparlo —dice, tomando una bandeja y tendiéndome una taza humeante—. Ya que está aquí, ¿podría llevársela usted? Asegúrese de que la tome. Le ayudará a
FLASHBACK~Años antes~ Un día más, soportando el hambre y el frío. Como de costumbre, Felicity salió a vender dulces en la calle. Llevaba entre las manos una pequeña cajetilla sucia mientras ofrecía un caramelo a cada persona que pasaba, pero casi siempre era ignorada. Su aspecto andrajoso no ayudaba a inspirar confianza, y el olor que desprendía por no haberse bañado en días resultaba molesto para muchos. Como tantas veces, se sintió frustrada al ver que apenas había vendido unos pocos caramelos. Pensó que volvería al refugio con las manos vacías. Para quedarse allí, debía pagar unas cuantas monedas, y ni siquiera tenía lo suficiente para cenar. Estaba completamente sola. Sin padres, sin hermanos, sin amigos en quienes apoyarse.—Disculpe... —murmuró en un último intento, acercándose a un grupo de mujeres que vendían hierbas en el mercado—. ¿Podría comprarme un caramelo?Una de ellas la observó de arriba abajo. Tenía el cabello rubio, pero sucio; los ojos claros y bonitos, aunque m
Esa misma noche, Roberta habló con su hermana sobre lo que tenía en mente, aunque Nora no se mostró del todo convencida.—Ya le pagamos una mald¡ta escuela solo para que nos llamen constantemente con quejas, ¿y ahora quieres enviarla a una universidad de ricos? ¿De dónde crees que vamos a sacar ese dinero? —le reprochó su hermana con fastidio.—Con los trabajos que he estado haciendo últimamente, podemos empezar a ahorrar —insistió Roberta—. La gente sigue viniendo por curas, amuletos y hechizos. Pagan bien. Piénsalo, Nora. Tenemos que sacarle el máximo provecho a esa mocosa. ¿Te imaginas si llega a entrar a la familia Harrington? ¿Sabes lo que eso significaría para nosotras? ¿O quieres seguir en esta pocilga por el resto de tu vida?—¿Y si esa estúpida no consigue nada? ¿Qué vas a hacer? Ya hemos gastado demasiado en ella y no ha dado resultados.—Yo tomaré el riesgo —una sonrisa codiciosa le curvó los labios—. Confía en mí, hermana. Haré que esa niña llegue a la cima... y nosotras c
Unos días después, Roberta se encontraba en una habitación cerrada, iluminada apenas por la luz temblorosa de varias velas. Frente a ella, un altar cubierto de objetos oscuros: cruces invertidas, hierbas secas, figuras extrañas… pero lo más importante: una foto de cuerpo entero de Cole, su nombre completo escrito junto a su fecha de nacimiento, un mechón de su cabello —que Felicity había conseguido—, velas negras y rojas, tabaco, licor fuerte, polvo de cementerio, un corazón crudo de animal, un muñeco vudú con la imagen del muchacho, un pequeño recipiente con sangre menstrual de Felicity y, como elemento final, una imagen de la entidad demoníaca Lucífugo Rofocale.La luna nueva coronaba la noche. Roberta encendió el tabaco y comenzó a recitar las invocaciones en voz alta, ofreciendo el alma y parte de la energía vital de Felicity a cambio del dominio absoluto sobre Cole.Quemó la fotografía —con su nombre escrito tres veces en el reverso— y mezcló las cenizas con el licor. Un aire gél