Capítulo 43: Un segundo aire para el amor

—¡No puedes hacernos esto, hijo!

—Lo estoy haciendo, vayan y hagan sus maletas, sé que han querido destruir a mi esposa y a mí, ya no lo toleraré más.

Piama y Miranda se miraron con dolor.

Subieron la escalera, estaban bien ofendidas.

Evan abrazó a Alba, la llevó a la habitación.

—Nadie durmió aquí, lo juro.

Ella sonrió, le creía, se recostó.

Evan bajó solo para revisar que las mujeres se habían marchado, ellas tenían dinero suficiente, él que su padre dejó a su viuda, tal vez no era una fortuna, pero lo suficiente para vivir holgadamente.

No se sintió culpable.

Él fue a la habitación.

Alba estaba ahí, él se acercó a ella, sonrió al verla, acarició su rostro con dulzura.

—Te extrañé, Alba, no sabes cómo te extrañé.

Ella sonrió

—También te extrañé, nunca pensé que pudiera extrañar tanto, hay tanto que debo decirte, por ejemplo, que, me di cuenta que fui tonta, e inmadura, no quiero volver a ser esa.

Ella se levantó, él la sentó en su regazo.

—Vi a Rhys.

Evan frunció el ceño confuso.

—¿
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