—Lo siento… yo solo jugaba con los niños —dijo con una voz tan suave que apenas pudo escucharla.
—No te preocupes, no tienes por qué disculparte, tampoco es necesario que te levantes —en ese momento salió Carlotta y los vio, dibujó una sonrisa en su rostro —. Esposa, ya llegué, venía a buscarlas par