—No llores mi pequeña libélula, tú nunca podrías decepcionarme… solo quiero saber del hombre que le rompió el corazón a mi hija… nunca he sido un hombre violento, pero por partirle la cara a ese desgraciado, puedo convertirme —expresó Taddeo con una mezcla de angustia y molestia.
—No vale la pena q