—Entremos a la casa —pidió Carlotta, abriendo la puerta.
Al entrar el olor a limpio inundó las fosas nasales del chico, giró la vista y se dio cuenta de que le había colocado varios detalles, dándole una apariencia más hogareña, no pudo evitar sonreírse.
—Me gusta tu nueva casa, se parece a ti.