Sandro no podía creer que ella se sentara a comer frente a él como si nada y lo peor es que su comida se veía apetitosa y la boca terminó haciéndose aguas, tragó saliva, y empezó a golpear la cama con sus puños.
—¡Búscame mi bandeja de comida! ¡Ya! —exclamó molesto.
—¡¿Perdón?! ¿Me hablas a mí? Po