Mia caminó hasta esa habitación del hospital. Cuando por la ventana observó esa escena, ella sintió que su corazón se oprimió.
Arturo estaba ahí, abrazando a esa mujer.
«Era su mejor pretexto, que yo fuera infiel, limpiaba su conciencia, y podía volver con la única mujer que realmente ama. Bien, ahora pueden ser felices, juntos, porque no volveré contigo, nunca, Arturo», pensó.
La mirada de Arturo se alzó y encontró los ojos de Mia, sintió pavor, soltó a Corina y salió detrás de Mia, quien se apuró a irse.
—¡Arturo! —exclamó Corina, pero él no volvió.
***
Arturo alcanzó a Mia, pero ella se liberó de èl al sentir su toque.
—Mia, lo que viste, no…
—¡No me importa! Nos vamos a divorciar, y aparte de hoy estamos separados, así que haz lo que quieras.
Ella quiso irse, èl la retuvo tomando su brazo.
—¡No digas eso! Porque no me voy a divorciar de ti, no lo haré.
Ella le mirò con rabia, quiso zafarse, pero él la retuvo con màs ahínco.
—¡Déjame la vida en paz, Arturo! ¿No has hecho suficiente