Mariza empujó a Jorge. Limpió sus labios con rabia.
—¡¿Cómo te atreves a besarme?! Ya no eres mi esposo, si quieres un beso, busca a Mónica Flores, pueden hacer un beso de tres con tu hermano.
Jorge la mirò furioso, luego sonrió con cinismo.
—Entre Mónica y yo no hay nada, no hubo nada, desde antes de que me casará contigo, y cuando nos casamos.
—¡Mientes! Vi esa foto.
—¡Esa foto no era real! Sì, me quedé a dormir ahí, pero…
Mariza rio desesperada.
—Entonces, debo creer que dormiste en la cama de esa mujer, a su lado, ¿y no la tocaste? De verdad, eres pésimo, ¿me crees tan idiota? Olvídalo, Jorge, ya no me importa, tú no me importas.
—Pues voy a importarte de nuevo, soy tu esposo, no tengo intenciones de firmar el divorcio.
—¿Quién te crees que eres? Firmarás el divorcio, nadie puede retener a una mujer que no te quiere a tu lado.
—¡Cállate! —gritó con furia
Mariza se asustó, empujó su cuerpo atrás, al mirarlo.
—Ya basta, Mariza, estoy cansado, volverás a casa, como lo que eres, mi