Al día siguiente.
Mariza estaba lista, sabía que Jorge la esperaba para ir a la fiesta de aniversario del Emporio Santalla.
La mujer bajó la escalera, observó el rostro de Jorge al verla, la forma en que la admiraba la hizo sentir estremecer, pero quiso ignorarlo.
«Es tan hermosa, que cualquier hombre podría ser feliz por tenerla, ¿Por qué no lo vi antes?», pensó
—¿Estás lista?
Ella asintió.
Al llegar al lujoso salón, saludaron a todo el mundo.
Sylvia miraba a Jorge y a Mariza con antipatía.
—Espero que estés lista para dar el discurso en favor de tu marido.
Mariza miró a Jorge con nervios.
—Si no quieres, no estás obligada —dijo él.
—¿Y esta es la buena esposa que te conseguiste, Jorge? —exclamó la mujer con desdén
Jorge miró a Sylvia con rabia, no dijo nada más.
La fiesta continuó, Jorge le pidió a Mariza bailar.
Ella quería negarse, pero no tuvo alternativa, las miradas estaban en los dos, ella pudo escuchar como algunas personas murmuraban sobre ellos.
Bailaron al ritmo de una suav