— ¿Tu prometida? —gruño mientras saco la ropa que le voy a prestar a Helena.
—Doc.
Cierro de un portazo el casillero.
—Doc. tres pepinos, Ares —lo fulmino con la mirada —¿cómo se te ocurre? Solo te falto levantar la pata y echarme una meada frente Andrew.
—¿Qué es lo que te molesta? —dice entre dientes —que el doctor ahora sabe que tiene que mantenerse a dos metros de ti.
—Me dan ganas de hacerte una incisión.
Resopla.
—No tienes derecho a dejarme en ridículo frente a mi jefe —me detengo delante de él —entre Andrew y yo solo hay una relación de jefe y subordinada.
Me detengo unos segundos.
—No sé por qué te estoy diciendo esto.
Empujo la ropa a su pecho.
—Llévale esto a Helena por mí, yo tengo que atender al paciente que amablemente me has enviado esta noche.
Con eso salgo no sin antes escucharle maldecir.
Avanzo por el pasillo y a mitad de este me encuentro con Andrew.
Hago una mueca.
—Lamento lo de hace rato.
—La primera regla no escrita entre colegas es no traer