— Perdona, hombre — la voz de otro macho resuena por el pasillo, pero Sasha no se atreve a mirar, convencida de que, si él está desnudo, los demás también lo están. Su vergüenza crece, y lo único que desea es que la tierra se abra y la trague en ese instante. — No quise empujar tan fuerte.
El lycan que fue empujado ignora la disculpa; sus ojos se centran ahora en Sasha, la humana a la que su hermano salvó y por eso fue castigado por el Genuino. La observa con curiosidad, notando claramente la tensión de ella en cada movimiento.
— ¿Estás bien, humana? — pregunta, buscando su mirada, pero Sasha, aún mortificada por la situación, tan solo asiente con la cabeza de forma frenética, evitando a toda costa el contacto visual.
— G-gracias por no dejarme caer — balbucea, las palabras saliendo atropelladas, pero logrando que su voz se oiga lo bastante fuerte.
— Te debo disculpas, lo siento; no pretendía hacerte daño, yo…
— Todo bien — lo interrumpe Sasha con rapidez, tratando de minimizar la sit